Hace algunos años existió una producción televisiva llamada
Lie to me. En esta, el protagonista ayudaba a la policía a resolver crímenes a través del estudio de la gestualidad de los sospechosos. Las expresiones hablan por sí solas. Mientras que la clave para tener
éxito personal y profesional recae en las habilidades comunicativas, no son las palabras sino aquello que no dices lo que habla mucho más de ti y de tus intenciones. Los gestos, la postura, el tono de voz y el contacto visual son herramientas muy poderosas que pueden ayudar a construir o destruir relaciones. La comunicación no verbal indica a los interlocutores si le importa o no, si es sincero y qué tan bien está escuchando. Cuando el lenguaje corporal no coincide con las palabras, se genera tensión, desconfianza y confusión. Si quieres convertirte en un mejor comunicador, es importante ser más sensible no solo al lenguaje corporal y las señales no verbales de los demás, sino también al tuyo. La comunicación no verbal puede jugar cinco roles determinantes:
- Repetición: repite y, a menudo, refuerza el mensaje.
- Contradicción: puede contradecir el mensaje que intenta transmitir, lo que le indica al interlocutor que es posible que no estés diciendo la verdad.
- Sustitución: Puede sustituir el mensaje verbal. Por ejemplo, la expresión facial a un mensaje mucho más honesto que las palabras.
- Complemento: puede agregar o complementar su mensaje verbal.
- Acentuación: puede acentuar un mensaje verbal. Golpear la mesa, por ejemplo, puede subrayar la importancia del mensaje.
Además, existen tres elementos que integran la comunicación no verbal. La kinésica, que es la manera en la que nos movemos y nos expresamos con el cuerpo cuando estamos hablando bien sea frente a un solo interlocutor o a un público en un auditorio. Esto incluye los gestos, la postura, los cambios de expresión facial. La proxémica no es otra cosa que la cercanía y como nos relacionamos con el espacio en el que estamos hablando y cuánto te acercas a tu audiencia. Estudiosos han definido cuatro niveles de espacio: el íntimo, el personal, el social y el público. Cada uno tiene sus particularidades que deben ser estudiadas antes de, por ejemplo, ofrecer una conferencia o una reunión. Por último, está la paralingüística, integrada por elementos vocales no lingüísticos. No son palabras, sino que van desde el tono y el timbre de la voz, hasta los bostezos o suspiros que se puedan emitir mientras se ofrece un discurso.