Es poco probable que pases un día en tu vida sin tener contacto con la economía creativa, conocida también como economía naranja. Seguramente, de camino al trabajo, el celular está encendido y escuchas música mientras conduces. También juegas en el autobús, si es el caso. Además, si planificas tu fin de semana con una sesión de cine o e-learning para impulsar tu currículum, encontrarás economía creativa allí. Es probable que hayas oído hablar de la era de la información y la economía del conocimiento. También de la innovación abierta, la transferencia de tecnología, el código abierto y los datos abiertos. Incluso de la cuarta revolución industrial. Y, sin embargo, no puedes entender realmente lo que está sucediendo.
“El concepto involucra productos y servicios, y su valor agregado proviene de la creatividad. Es decir, son productos y servicios que se basan en la creatividad para generar innovación, valor agregado y diferenciación”, dice Ana Carla Fonseca, coordinadora del Programa de Educación Continuada en Economía Creativa de la Fundación Getúlio Vargas (FGV).
Tradicionalmente, la
creatividad se asocia en gran medida a las artes. Sin embargo, la economía creativa engloba una serie de actividades que se ocupan del conocimiento y la información. Y en su corazón se encuentran las industrias que se están en la encrucijada de las artes, la cultura, los negocios y la tecnología. Esto incluye:
- publicidad
- arquitectura
- artes y oficios
- diseño
- moda
- cine
- video
- fotografía
- música
- artes escénicas
- publicaciones
- investigación científica y desarrollo tecnológico
- TV / radio
Economía del pensamiento
El ascenso de la cultura como industria robusta refleja una transformación en la relación trabajo-individuo. La creatividad, y no meramente la capacidad de reproducción, es el principal activo del trabajador. 2018 es considerado por muchos como el año en el que oficialmente dejamos atrás una economía del conocimiento para ingresar a una economía creativa que dará forma al resto del siglo actual. Pero lo que es más importante, dado que el siglo XXI dependerá más de la generación de conocimiento a través de la innovación. Las industrias creativas se han vuelto particularmente importantes para el bienestar de los países. Este sector crece exponencialmente en ingresos y alcance, genera muchos puestos de trabajo y valora la capacidad innovadora humana.